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LILITH: La Diosa negada en tí.

Te preguntas: ¿Quién soy yo que viene a ti como tu sombra,

Como un pájaro en vuelo en la oscuridad de la noche?

Soy la primera y la última.

Soy la honrada y la escarnecida.

Soy la ramera y la sagrada.

Soy la sustancia y la que no tiene sustancia.

Tú me has invocado con tus deseos.

Existen cosas que tú necesitas saber acerca del Amor y la Creación.

¿Qué puedo yo saber sobre el Amor, te preguntas?

¿Yo seduzco, yo destruyo, yo no tengo corazón?

Yo vivo en el Arbol de la Vida,

Con la serpiente en las raíces y el Pájaro del Trueno en sus ramas.

¿Por qué me temes, por qué temes al árbol?

Lo que ves afuera es lo que está dentro de ti.

Y lo que está dentro de ti es lo que está fuera de ti.

Lilith ingresa (KH)




Una verdad incómoda


Cuando, hace unos años, descubrí a Lilith o la Luna negra (me voy a referir en todo el artículo a la Lilith media y no al asteroide) en mi carta natal, pude por fin entender y encajar una constelación de sucesos que, a lo largo de mi vida fui viviendo como extraños, bizarros, y también traumáticos, generadores de mucho sufrimiento. Fueron sucesos relacionados con compromisos, obras creativas, reconocimiento y paternidad (mi Lilith está en Aries en casa V en conjunción con la Luna). Era como si, de repente, en ciertas circunstancias, un arrebato súbito me instase a abandonar relaciones o a destruir el resultado de meses de esfuerzo creativo. En otras ocasiones “aparecieron” en mi exterior figuras femeninas "lilithianas" que en principio me atrajeron de forma irresistible, pero más tarde me “cortaron la cabeza” (justificadamente) como hombre, como pareja y como padre, obligándome a darme cuenta de mis carencias y bloqueos, y a redefinir casi de cero esos roles en mi personalidad. Me costó tiempo ver un patrón en ese comportamiento, y poco a poco, tirando del hilo con Terapia regresiva llegué, tras pasar por dolorosos sucesos de mi infancia, a una amplia constelación de vidas pasadas en las que parecía estar enraizada esa posición de Lilith en mi carta. Eran vidas como hombre, relacionadas con una carencia de "valores femeninos" y el frecuente abandono de la paternidad por las guerras y el “honor”, pero también vidas como mujer, siendo objeto de la terrible represión de lo telúrico y creativo femenino por parte de estructuras patriarcales

Desde entonces vengo viendo en las cartas que analizo que la influencia de Lilith es notable (otras colegas me han ido confirmando lo mismo en sus análisis) y suele resonar bastante en la vida de la persona, sobre todo cuando esta fuerte en el mapa natal por posición o aspectos. Al estar enraizada su posición en temas transgeneracionales o de vidas pasadas, Lilith fue, con Quirón, el Nodo Sur, Plutón, Saturno…una de las principales motivaciones que me impulsaron a combinar la Astrología y la Terapia regresiva en mis sesiones.


Pero ¿quién es esta figura femenina que llamamos Lilith y que es tan parecida a otras diosas "oscuras" como Kali? ¿De dónde sale? ¿Qué representa como función arquetípica en nuestra psique y por qué?


Para averiguarlo, te propongo un viaje.



Lo que habita en el bosque



Adentrarse en el misterio de Lilith es como traspasar un pórtico, una arcada de piedra medio derruida que da paso a un extraño bosque circular. Es extraño porque no debería estar ahí. A su alrededor hace ya muchos siglos que los árboles que cubrían toda esta tierra norteña fueron talados para conseguir pastos. El antiguo y gran bosque que cubría las llanuras desde las montañas hasta el mar desapareció de forma progresiva, y la tierra se fue segmentando en formas cuadradas y rectangulares con cercas de alambre de espino. Hoy transitan esos prados mayormente segadoras mecanizadas, algunas veces pastan en ellos vacas de mirada triste y asustada, en los escasos momentos en que se les permite salir de sus celdas de cemento y desconectarse de esas máquinas que les succionan la vida. El bosque, sin embargo, rodeado en partes por un antiguo muro de piedra, en otras por una impenetrable maraña de zarzas, permanece ahí, por algún extraño misterio, intocable.


Te invito a entrar y seguirme por este pórtico. No me verás, pero escucharás mi voz junto a ti y sentirás mi presencia acompañándote. Si accedes, pon tu mano en la piedra de la base de la arcada. Su tacto es extrañamente tibio y suave. Muchas manos se han posado en esta piedra antes que la tuya, a la entrada y a la salida, sin embargo, aunque la mano era la misma, la persona había cambiado.






La luz es ya crepuscular, verdosa y tenue, caminas por una estrecha senda integrada entre robles, encinas, laureles y algunas higueras silvestres. Hay algunos troncos caídos cubiertos de suave musgo, hiedras y lianas se enroscan y penden de los árboles mayores a veces enlazándolos. Tus pies pisan sobre el suelo blando y ligeramente susurrante de las hojas caídas, algunas rojas como de sangre seca, húmedas por el sereno y la umbría. A ratos, grandes helechos abiertos en círculo te acarician las piernas. Las sombras crecen con la retirada del sol; no es este lugar para reyes montados a caballo, sí para figuras encapuchadas, que caminan sigilosas apoyadas en báculos moldeados en forma de serpiente.


Es tu caso: el báculo se siente ligeramente pesado, te ayuda a caminar, pero sabes que no sólo es esa su función. La lana del manto con capucha que llevas te resguarda de la humedad y oculta tu rostro. Aunque sabes que aquí no hay nada de lo que puedas ocultarte. Este bosque ve en tu interior como una lechuza en la oscuridad. Precisamente escuchas su canto, casi como una llamada al silencio, en algún rincón del bosque, como confirmándote la sensación de que aquí todo en ti es transparente.


De pronto, la espesura se abre en un claro insospechado. Es un área del bosque cubierta por hierba larga hasta las rodillas. En ella, se yergue un solo árbol, no sabrías reconocer su especie, pero es enorme y antiguo, muy antiguo. Notas que tu mente está como en blanco, no es ella la que dirige tus pasos: es más bien un impulso interior, y una sensación de familiaridad en tu pecho. Tu corazón late con fuerza y contienes la respiración. Te acercas al árbol pidiendo permiso en silencio. Hay un momento en el que notas como si atravesaras una barrera invisible. Sabes que has entrado dentro de su aura cercana, y que si lo has hecho, es porque se te ha autorizado.


Al acercarte más, se te eriza el vello de la nuca cuando observas que, lo que parecía una gran hiedra enroscada alrededor del árbol, es en realidad una enorme serpiente, cuya cabeza te mira desde hace rato, aunque tu sólo ahora te das cuenta. Sabes que ella es la guardiana, y que te ha dejado pasar. Ahora observas también que el gigantesco y rugoso tronco tiene lo que parece ser una especie de puerta disimulada en su base, como si fuera realmente orgánica y parte del árbol. Te acercas, sabes que si has llegado hasta aquí, nada tienes que temer de la serpiente. Tus manos, como en trance, ya están tirando de la rama doblada que sirve de manija en su corteza, y te asomas a una oscuridad que te llama a adentrarte en su misterio, un misterio que es el tuyo, el de la raza humana y el de toda la Vida que puebla y anima este planeta que es su hogar.



¡Cuán hermosos son vuestros pies, Oh, Hijas de la Luna!

En la unión de vuestros muslos hay una joya. Yo soy salvaje como el viento. ¡Sí! Tu ombligo es como una copa redonda llena de vino.

Tu abdomen es como un montón de trigo señalado con lirios.

Yo vivo en los árboles, yo beso a las serpientes. ¡Sí! Tus senos son como dos venados jóvenes mellizos. Tu cuello es como una torre de marfil.

Tus ojos son como estanques de peces por la bahía blanca.

Mi pasión por la vida es ilimitada.

Es la misma que la tuya. ¡Siéntela! ¡Déjala que te invada con su poder y su belleza!

A la Mujer (KH)

La cultura de la Diosa: una revisión histórica imprescindible.

Para seguir aproximándonos al misterio de Lilith, es necesario hacer antes hacer un pequeño recorrido por la historia de la civilización occidental. Lo riguroso sería partir desde el Paleolítico, pues ya de esta época están datadas multitud de esculturas y tallas que reflejan a la Diosa, como la Venus de Lausell (Dordoña, Francia, 22.000-18.000 A.C), talla de 43 cm hecha con sílex en caliza que, mientras con una mano apunta a su útero, con otra sostiene un cuerno de bisonte en forma de luna creciente, con muescas de los 13 días de esa fase de la luna y de los 13 meses del año lunar. Esta Venus es una de cientos que se han encontrado desde los Pirineos a Siberia, talladas en hueso, asta, marfil, madera o piedra, algunas datadas de hasta más de 200.000 años de antigüedad.




Por el bien de la legibilidad de este artículo, no me puedo detener demasiado aquí y hacer un seguimiento continuo en el tiempo. Baste decir que los indicios indican una continuidad en el sentimiento religioso del ser humano occidental durante los milenios que siguen hasta bien entrada la Edad del Bronce y más allá en algunos lugares. Aquí me es necesario presentar el trabajo de Marija Gimbutas (1921-1994), reconocida arqueóloga lituano-estadounidense. La importancia de sus hallazgos fue comparada por Joseph Campbell (y no nada más por él) con el descubrimiento de la piedra Rosetta y el desciframiento de los jeroglíficos. Durante toda una vida de investigación tanto a pie de yacimiento como analizando documentación en numerosas lenguas, a través de al mitología comparada, la lingüistica, la etnografía y el estudio del folklore, Gimbutas demostró precisamente que el culto a una Diosa madre tierra en una cultura pacífica, matriarcal y ginecocrática dedicada a la agricultura prevaleció en la vieja Europa (la zona de la cuenca del Danubio, la península balcánica, bajando hasta las costas e islas del Mediterráneo…) durante miles de años hasta la llegada de las primeras invasiones arias y sociedades patriarcales guerreras que aparecieron en la Edad de Bronce.


Esto es clave, porque cambia muchos presupuestos oficiales en los que se basa la cultura occidental patriarcal, por ejemplo aquel que establece que la civilización humana se originó en Sumer y en Egipto, en ciudades estado gobernadas por reyes masculinos adoradores de Dioses. Y sobre todo que la guerra, la conquista y el predominio del más fuerte es inherente a la naturaleza del ser humano.


Y no, no siempre hubo reyes, clases sociales, religiones organizadas, guerras...No siempre vivimos así.




¿Qué atributos tenía esta Diosa madre?


Para empezar, era una divinidad de la que mujeres y hombres se sentían parte, porque la Diosa estaba en todo: en el cielo estrellado, en la luna y el sol, en los ríos, los bosques, los animales, en la tierra… y en ellos mismos. Era diosa de los animales y las plantas, representada como Diosa pájaro, Diosa serpiente, Diosa abeja, Diosa oso, pez, trigo… La acompañaban también el león, la lechuza y la serpiente en sus representaciones, simbolizando sus atributos. Estas gentes no tomaban nada de Ella sin agradecer o dar algo a cambio en sacrificio. Creían que toda vida era sagrada, y la mujer, más receptiva a su misterio, era reverenciada como su sacerdotisa, y honrada como dadora de vida. El hombre era su complemento: cazadores, artesanos, agricultores, constructores, chamanes, padres y compañeros, respetados como hijos y amantes de la Diosa. Y es que aunque en estos pueblos a la mujer se le da especial posición y respeto, para ellos la Diosa era andrógina, conteniendo en sí los principios masculino y femenino.






El árbol era su símbolo, el árbol del mundo que crece en la tierra, su jardín, de cuyas raíces parten ríos en las cuatro direcciones. Algo importante es que para la Diosa, y para esta gente, vida y muerte no están separadas, son una sola cosa, un solo ciclo. Toda vida vuelve a ella y es resucitada. La serpiente enroscada al tronco del árbol, además de simbolizar a su consorte en su aspecto fálico y a la sagrada energía que anima todas las cosas, es también una imagen de esta identidad entre vida y muerte. Al mudar de piel, como la Luna y sus fases, es el cambio permanente, el eterno retorno de la vida.





Estos pueblos vivieron en paz durante miles de años bajo la guía de la Diosa y de sus sacerdotisas; Ella, la dadora, era honrada en templos de factura sencilla que apenas se distinguían de un hogar corriente. Se le erigían pequeñas efigies que representaban su generosidad y la abundancia de la que era portadora. Era celebrada en la naturaleza, la mujer representándola, en la unión sagrada con el hombre astado como la luna.


Pero las Eras y las constelaciones cambiaron: tribus guerreras nómadas, ganaderas por el Norte y semitas pastores de ovejas y cabras por el Sur van irrumpiendo en los sagrados lugares de culto desde Centroeuropa, pasando por Grecia hasta el valle del Indo. Kurganes primero, luego arios (poligamos, patriarcales, duros, luchadores y amantes de caballos) hititas, mitanios, hurritas, aqueos, dorios, arios, asirios, hebreos… Para estas gentes guerreras, cuyos dioses eran celestes y masculinos, la vida orgánica y la paciente labor de la tierra no era fuente de gozo y riqueza, sino algo deleznable frente al heroísmo del combate y el pillaje.




Donde quiera que penetran estos pueblos se establecen como la casta dominante, dejando a su paso una estela de devastación. Sangre derramada, ciudades destruidas, tierras arrasadas, bosques quemados…Las grandes epopeyas, toda esa mitología de la guerra contada en el Mahabharata hindú, en la Ilíada y en el Antiguo Testamento proviene de está epoca, la Edad del Bronce, y de estas migraciones.



Despunta la Edad del hierro, y estas nuevas divinidades masculinas, guerreras y solares comienzan a mezclarse con la religión de la Diosa. Va cambiando la civilización, creándose las primeras ciudades-estado, dirigidas por hombres poderosos que se decían descendientes de sus dioses masculinos. Y la Diosa fue dividida en dos: “buena” y “terrible”, esta última asociada a la muerte, ahora cada vez más temida. Porque ahora la muerte no era natural y parte del ciclo de la vida, sino que ahora -acompañada a menudo de violencia y sufrimiento- era vista su opuesto, un final absoluto sin promesa de renacimiento (salvo en Egipto o Grecia en ciertos cultos secretos como el órfico). Durante milenios, se habían practicado sacrificios rituales a la Diosa de distintas maneras, dentro de un marco ideológico de renovación de la vida y restauración del orden divino, pero ahora el sacrificio venía dado con la matanza, el derramamiento de sangre y el asesinato.




Durante un tiempo la Diosa compartió panteón con los dioses, ella con múltiples formas y nombres: Isis, Hathor, Atenea, Demeter, Artemis, Isthar, Astarté…Y fue poderosa, y temida en su aspecto iracundo.



Pero la hegemonía del patriarcado y de los dioses guerreros se fue haciendo cada vez mayor. Y se fue revelando el inmenso poder de transformación de las historias y los mitos en el inconsciente colectivo. Con unas elites masculinas que transcriben la historia oficial y la transforman en verdad incuestionable para la masa, se puede cambiar, en unos pocos milenios, toda una cosmología y una forma de entender la Vida para el grueso de una especie.


Por aquel entonces Anu y Bel (Marduk) me llamaron, Hammurabi, el príncipe piadoso, adorador de los dioses, llamándome por mi nombre, para traer el gobierno de la justicia a la tierra, para exterminar a los perversos y malvados, para evitar que el fuerte oprima al débil, para avanzar como el sol sobre la raza humana, para iluminar la tierra y para aumentar el bienestar de la humanidad. (BA,CJ p.332)


Parece el discurso de un presidente estadounidense antes de invadir cualquier país con una excusa falsa, pero el aludido vivió del 1728 al 1686 a.c, rey conquistador babilónico que extendió su reino sobre Mesopotamia y fue creador de uno de los primeros códigos legales de la historia.




Tú, Hombre de mi corazón, ¿me recuerdas?

¿Recuerdas el amor que compartimos?

Anhelo un compañero, sedienta como el agua.

Ven a mí, te necesito, necesito tu semilla.

O me marchito y muero, sin frutos en mis ramas.

¿Te resistes a mí?

¿Es porque soy más fuerte que tú en la oscuridad de la noche?

Tú dices que soy una ilusión, un sueño. Yo soy tu verdadero sueño. Yo te ofrezco un arrobamiento y paz para tu orgullo estéril.

Tú te niegas y cuestionas, pero mis ojos relucen en ti,

Encendidos con una antigua luz. Mis labios proclaman misterios Mis brazos contienen todo lo que los dioses desean y los tontos rechazan.

¡Sosténme! Pero yo no me someteré a ti y me pondré por debajo de ti

Como una doncella de servicio. Yo le pertenezco al que se atreve a pagar mi precio. ¿Yo pido mucho, dices?

Sin embargo, yo lo doy todo.

¿Por qué te retraes?

Te advierto. Si tú me despides, caerás en un sueño, Y tu costilla te será robada para hacer a tu compañera. Tú me exilias, pero tú serás arrojado del jardín

Y lucharás por renacer. Yo retornaré para recordarte de lo que tú realmente quieres. Cuán roto te sientes con una compañera que es sólo una parte de ti,

Como una muleta.

Al Hombre (KH):


La instauración del patriarcado y la transposición de la Diosa a Eva.



En el Enuma Elish, poema babilónico de la creación (datado en el 1200 a.c.) recogido en tablillas de arcilla, está ya presente el germen de tres ideas principales que iban a caracterizar la nueva era patriarcal: 1) la supremacía del dios padre sobre la diosa madre; 2) el paradigma de oposición implícito en la lucha mortal entre dios y diosa (Marduk mata a Tiamat, se comienza a asimilar la Diosa a un dragón-serpiente que el héroe solar ha de matar); y 3) la asociación de la luz, el orden, el bien con el dios, y de la oscuridad, el caos y el mal con la diosa.


Tiamat, la que nos ha dado a luz, nos detesta [..]la que modela todas las cosas, ha reunido armas inigualables, ha dado a luz serpientes-monstruos agudas de dientes, de fauces inmisericordes. Con veneno en vez de sangre ha llenado sus cuerpos. Dragones rugientes ha revestido de terror, los ha coronado con halos, haciéndolos como dioses, de modo que quien los contemple deba perecer abyectamente y que, una vez erguidos sus cuerpos, nadie pueda hacer que se vuelvan sus pechos atrás

[..]el valiente Marduk reforzó su sujeción sobre los dioses dominados y retornó a Tiamat, a la que había vencido. El Señor pisoteó las piernas de Tiamat; con su maza implacable machacó su cráneo. Cuando las arterias de su sangre hubo cortado, el Viento del Norte se llevó (esa sangre) a lugares irrevelados. En viendo esto, sus padres quedaron gozosos y jubilosos; trajeron regalos de homenaje, de ellos a él.[..]

Se separaron espíritu y naturaleza, mente (divina y buena) y cuerpo (“caido" y “maligno”), y esta división se extendió a todas las categorías de género, que se polarizaron como entidades opuestas y enfrentadas, en contraposición al modelo anterior de diferenciación y complementariedad. Este nuevo modelo, aprobado por “decreto divino” condujo además a la idea de “guerra santa”, de las fuerzas del bien contra las fuerzas del mal, relacionada con esa oposición.

El dios padre afianzó así, a finales de la Edad de Hierro, su supremacía: las nuevas mitologías se interpretaron por los sacerdotes como revelación divina y así se han mantenido hasta hoy.

Igual que había un Sol en el cielo, había sólo un dios salvador supremo, no imagen de Unidad, sino más bien amo de todo. El más influyente hasta nuestros días de estos nuevos dioses guerreros fue Yahvé: “Yo soy el primero y el último, fuera de mi no hay ningún dios” (Is 44, 6).


Pocos son quienes están al tanto de los influjos dispares que se combinaron para crear las “revelaciones” judías y cristianas y de las presiones históricas que llevaron a la evolución de una religión monoteista con un dios padre supremo. Generalmente no se sabe, por ejemplo, que fue Babilonia la que suministró el germen de ideas que formaron el imaginario mítico del zoroastrismo persa, del judaismo, del cristianismo y del islam. Por consiguiente, llegó a olvidarse el hecho de que existió una concepción anterior que asumía la identidad esencial entre naturaleza y espíritu. (BA,CJ p.334)


Y es que por ejemplo, el Antiguo Testamento (también el Nuevo), con el Génesis y otros textos insignia, parece ser una recopilación diseñada a partir de relatos ya precedentes, en ocasiones casi copiados literalmente y presentados, con todas sus incongruencias como “palabra de Dios”.


Alrededor del 458 a.c. ochenta años después de que el exilio en Babilonia terminara, el sacerdote Esdras y un grupo de escribas sacerdotales llegó a Jerusalén procedente de Babilonia y , junto con el profeta Nehemias, comenzó el trabajo de compilar y editar las historias y leyendas sagradas del pueblo de Israel, dándoles la forma que por último nos lleva al antiguo Testamento tal y como lo conocemos ahora. Esdras estaba al servicio del imperio persa, enviado por el rey persa a Jerusalén para restaurar el templo a su antigua gloria. (BA,CJ p.479)


Una de estas incongruencias está nada más empezar. El Génesis parece un compendio de varios textos, y de hecho en el hay dos mitos de la creación. En uno el hombre y la mujer son creados a la vez, pero en el otro, donde se narra la expulsión del Edén, Adan fue primero, y Eva salió de su costilla, con todo lo que ya sabemos respecto a la serpiente y la expulsión.


Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó

Génesis 1.27 (versión Reyna-Valera, 1909)

Y de la costilla que Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre

Génesis 2.22 (versión Reyna-Valera, 1909)


De esta segunda versión, presentada como no como mito, sino como literal y dogma de fe para una mayoría de población analfabeta y temerosa de las jerarquías eclesiales, comentada y reafirmada durante muchos siglos por jerarcas masculinos, se derivan 2500 años posteriores de degradación de lo femenino y de la mujer, pero también del cuerpo, de la materia, la tierra y la naturaleza:


Nunca se resaltará lo suficiente la importancia de este cambio de imágenes, puesto que ha influido en la visión judeocristiana de la naturaleza, de la materia, de todo lo que ha sido definido como femenino, y ha estructurado nuestras imágenes paradigmáticas en mitología, religión, ciencia y psicología. Aquí, en su formulación más temprana, la idea se articula con precisión y se encarna en mito: lo que es femenino es caótico, destructivo, demoniaco, y ha de ser temido y dominado. Este complejo de ideas fue reforzado en el cristianismo primitivo, especialmente por Pablo y los primeros padres de la iglesia, y puede verse hoy en día en la reticencia doctrinal a que las mujeres se ordenen sacerdotes. En un sentido más amplio puede explicar en gran medida el desprecio característico del siglo XX por nuestro planeta, nuestra “madre naturaleza”. (BA,CJ p.334)






Y es que Yahvé sustituye a la Diosa, y ésta, ahora como Eva, mujer humana (rodeada de los antiguos elementos mitológicos del jardín, los cuatro ríos, la serpiente y el árbol), es degradada a la culpable de todos los males del mundo. La unidad y armonía con lo divino son llevadas por ese cambio de estado que ella provoca a la separación y la alienación. Es la caída, el pecado original, y Eva, la Diosa, ya no es dadora de vida, sino causa de muerte, muerte que pasa ahora de ser una fase en la totalidad del Ser (por la que los muertos regresan a la Diosa madre para renacer) a castigo que la equivalente terrenal de la Diosa ha hecho caer sobre el mundo. Además, Eva y Adán no son presentados como personajes de un relato, sino como espejos reales de la naturaleza humana. Se extrapola la culpabilidad de Eva a toda mujer de carne y hueso:


Toda malicia es poca junto a la de la mujer ¡Que la suerte del pecador caiga sobre ella! Por la mujer empezó el pecado, y por su culpa todos morimos. (Ecl 25:19,24) )


¿Sabeis que sois, cada una de vosotras, una Eva?...Sois el pórtico del diablo; sois la que rompió el sello de aquel árbol prohibido; sois la primera desertora de la ley divina; sois aquella que persuadió al hombre, quien el diablo no fue lo suficientemente valeroso para atacar. Destruisteis tan fácilmente la la imagen de Dios, el hombre. A causa de vuestra deserción-es decir, la muerte-incluso el hijo de Dios tuvo que morir (Tertuliano, BA,CJ p.594)


Soy Eva, la mujer del noble Adán; fui yo quien desobedeció a Jesus en el pasado; fui yo quien arrebató el cielo a mis hijos; soy, en honor a la justicia, quien debería haber sido crucificada. Tenía el cielo a mi disposición: ¡Funesta la nefasta elección que me avergonzó! ¡Funesto el castigo por mi crimen, que me ha envejecido! ¡Desdichada de mi, mi mano no es pura! Fui yo quien cogió la manzana; pasó por la estrechez de mi garganta; por ello, mientras vivan a la luz del sol, las mujeres no cesarán en su inconsciencia. No habría hielo en lugar alguno; no habría invierno, su resplandor y sus vientos; no habría infierno, no habría codicia, no habría terror si no es por mí. (Antiguo lamento irlandés, BA,CJ p.594)


Pensamos que sólo tenemos que declarar incorrecto e inválido un determinado artículo de fe para deshacernos de todos los efectos tradicionales del cristianismo y del judaísmo. Creemos en la ilustración, como si un cambio intelectual de frente tuviera, de alguna manera, una influencia más profunda en los procesos emocionales, incluso en el inconsciente. Olvidamos por completo que la religión de los últimos dos mil años es una actitud psicológica, una forma y manera definida de adaptación al mundo, que conforma un esquema cultural definido y crea una atmósfera en la que los rechazos culturales no influyen en absoluto. El cambio de frente es, por supuesto, sintomáticamente importante, como indicio de las posibilidades futuras, pero en niveles más profundos la psique continúa trabajando durante mucho tiempo ajustándose a la antigua actitud, de acuerdo con las leyes de la inercia psíquica. (C.G. Jung, citado en BA,CJ p.505)


Yo hiero, yo me siento enferma.

¿Qué lugar es éste

Donde los niños viven en cajas de cemento e ingieren

Productos químicos por comida? La tierra está ardiendo con los furiosos fuegos de la guerra. Mis árboles son cortados, desenraizados sin piedad; Los animales son consumidos sin dar las gracias;

mi sangre vital es derramada por la avaricia.

Yo no puedo vivir aquí, debo irme ... Pero “las planicies de inundación de mi corazón se derramarán sobre la tierra”, ¡Y tú escucharás mi voz en el aullido de los vientos y los

Huracanes- En los terremotos y los volcanes!

Su profecía (KH)



Lilith, lo femenino degradado 2.0.


Parece que la figura de Lilith tal como la conocemos hoy surgió del intento de comprender, por parte de los comentaristas talmúdicos, la diferencia entre los dos mitos de la creación del Génesis. Ya que en la primera versión, hombre y mujer son creados conjuntamente, se asocia esta mujer a Lilith que no necesita demasiado para ser considerada de entrada demoniaca. La figura escogida para este papel de primera mujer en la la leyenda judía era sumeria, asociada a la resplandeciente reina del cielo, cuyo nombre “Lil” significaba “aire” o “tormenta”. A menudo se trataba de una presencia ambigua, amante de los lugares salvajes y deshabitados, asociada también con el aspecto oscuro de Inanna-Isthar y con su hermana Ereshkigal, reina del inflamando. Según M. Kelley Hunter:


Lilith apareció por vez primera en la mitología sumeria cerca de 5,000 años atrás. Como “asistente” de la Diosa Inanna, Reina del Cielo, ella reuniría a los hombres desde los campos para los ritos sagrados. En otra historia sumeria, Lilith vive en el sagrado árbol huluppu que Inanna ha plantado en su jardín sagrado, acompañada de la serpiente que no puede ser encantada y el salvaje pájaro Anzu y sus crías. Estas criaturas son parte de la naturaleza indómita de Lilith y poseen conocimientos que deben dar a Inanna, la cual aún no está lista para aceptarlos. De modo que Inanna llama a su hermano, Gilgamesh, para que corte el árbol. La serpiente termina muerta, el ave Anzu y su familia vuelan a las montañas, y Lilith se esconde en la espesura.



La versión más popular de la leyenda judía cuenta que Lilith se rehusó a yacer debajo de Adán en el acto sexual: “¿Por qué he de yacer debajo de tí si soy tu igual y ambos fuimos creados del barro?”. Adán no sabe que contestar, y ella, pronunciando el nombre mágico de Dios se escapó a las regiones del aire (o del Mar muerto en otras versiones), donde se relacionó con demonios. Yahvé la castigó matando a sus vástagos, y desde entonces ella se venga estrangulando a los niños que merecen ser castigados “por los pecados de sus padres…y ella les sonrie y los mata” (Zohar, 1, 19b) además de pariendo demonios con las poluciones nocturnas de los hombres que seduce en sueños. Eran muy populares los amuletos para ahuyentarla.


​Lilith se convirtió en una imagen de deseo sexual no reconocido, reprimido y proyectado sobre la mujer seductora. A través de su figura, en la cultura hebrea, la división y polarización de la Gran Madre en sus dos aspectos (diosa que da vida y diosa que da muerte), que comenzó en la Edad de Hierro, se llevan un poco más lejos. A lo terrible de la muerte y su sufrimiento inexplicable que puede llegar sin previo aviso se añade ahora la dimensión nueva de la demonización de la sexualidad. La desnudez vergonzante de Adan y Eva se convirtió en las calenturientas mentes clericales pronto en sexualidad pecaminosa, y a Lilith a menudo se la asoció con el símbolo fálico de la serpiente y la connotación diabólica que había sido impuesta a esta. Una nueva actualización de maldad, lascivia y perversión se añadió a la ya cargada y culpable imagen arquetípica de lo femenino y de la mujer.

El Malleus Mallificarum (El martillo de las malhechoras), documento escrito por dos dominicos en el siglo XV, expresa:


Toda brujería proviene del deseo carnal, que en las mujeres es insaciable. Hay tres cosas que nunca son saciadas; más aún, una cuarta cosa que nunca dice: Ya es suficiente; y esta es la boca del útero. Razón por la cual, para satisfacer su lujuria, tienen tratos hasta con diablos. (p. 44)


Hasta bien entrado el siglo XIX (1836 fue la fecha de la última bruja ejecutada documentada) de 60.000 a 2-5 millones de mujeres, según los distintos autores, fueron torturadas, ahogadas y quemadas por copular con demonios, matar niños y seducir hombres; en suma, ser brujas. Esto nos da una idea del calado de la leyenda de Lilith en la mente colectiva.




El resultado de todo esto es bien visible hasta hoy en día. Desde la instauración del patriarcado hemos vivido una Era no solo de misoginia generalizada (extrema en algunos momentos), sino también de degradación del cuerpo, del acto sexual, de la materia...Hemos vivido con una conciencia de separatividad respecto de la Naturaleza que se ha infiltrado en todos los ámbitos del saber y cuyo resultado es la crisis ecológica y social que estamos ahora afrontando.


El modelo masculino perdió su raíz, los hombres occidentales, salvo contadas excepciones clandestinas, desterraron su conexión con la naturaleza y con la vida, su empatía, su compasión. Solo así se explican los genocidios y la destrucción de otras culturas más cercanas a la naturaleza perpetrados durante siglos por los hombres occidentales en su afán conquistador.


Quizás toda esta trágica historia forme parte de un necesario proceso evolutivo de la conciencia, como teoriza Ken Wilber. El mito de la caída y salida del Edén, sin obviar su perversidad, podría interpretarse simbólicamente como el paso de una conciencia pre-personal de unidad indiferenciada con la naturaleza, a una conciencia personal, de separación, identificada con el Ego y la razón. Estaríamos ahora comenzando a transitar una conciencia trans-personal en la que nos volveríamos a reintegrar con la Vida y el Universo, pero ahora desde una conciencia de individualidad que supera la razón como única vía y unifica dualidades. Pero si eso fuera así, sin duda para dar ese paso es necesario reconocer y subsanar el trauma que implicó despegarnos y desconectarnos de la Diosa. Y es que no solo las mujeres perdieron, el femenino degradado implicó también la negación de la conexión de los varones con su naturaleza salvaje y conectada con la tierra, asociados los arquetipos masculinos de conexión con con la Diosa (Pan, Cerunnos..) con el diablo y el mal.


Nos podemos hacer ahora la pregunta: ¿Qué pasó entonces con la Diosa y su poder creativo, dadora de vida, guardiana de los misterios? ¿Desapareció? Es obvio que no, la psique humana probablemente no lo hubiese soportado.


Otra figura en la mitología hebrea es la Shekinah, la Amada de Dios, conocida como Sophia en el Cristianismo Gnóstico. Ella es el principio de la Sabiduría, un aspecto femenino de la divinidad. Los cristianos la llamaron posteriormente el Espíritu Santo. Yo veo a Lilith como la Shekinah “inferior”, la raíz del árbol que busca su nutrición en el suelo, en tanto que Sophia representa las ramas y frutos que se alzan hacia el cielo. Puesto que las religiones judeo-cristianas elevaron el aspecto masculino de la divinidad, desespiritualizaron la realidad material, sensual. La Shekinah “inferior” se tornó poco limpia, no sagrada. (KH)




En el cristianismo, parte de la Diosa fue traspuesta a la imagen de la virgen Maria, pero solo en su aspecto más "luminoso": las "ramas y frutos" del árbol, cuidándose muy bien los encargados de esta reconversión de dejar afuera "la raíz", por oscura: la conexión con la tierra, la materia, el cuerpo, la magia, lo suprasensible...y por supuesto la sexualidad, y su energía creativa. Eso siguió quedando reprimido. Pero, ¿qué árbol puede llegar al cielo sin raíces?


Cuando a los valores de una cultura antigua se les superponen los de otra, los valores despreciados no se desvanecesn en el pasado ni, por así decirlo, dejan de existir, tal y como solíamos pensar. Más bien pasan a formar parte del inconsciente de la raza, donde siguen influyendo en la psique consciente, pero no con la misma precisión o eficiencia que cuando se mantenía un diálogo constructivo de forma plenamente consciente. Como los valores rechazados son ahora inconscientes, suele prevalecer la tendencia a la obstrucción: o son demasiado débiles como para tener efecto alguno o se exageran, de modo que en cualquiera de los dos extremos surge la distorsión. (BA,CJ p.334)


Es muy gráfico, al hilo de todo este recorrido, que en Astrología se haya asociado la figura de Lilith a la Luna negra, el otro punto focal de la elipse que traza la luna en su órbita alrededor de la tierra. Es fácil relacionar ese foco con una sombra, un lado oculto, inconsciente, soterrado, de la relación de nuestra psique con el planeta.



Este punto de la carta que en Astrología llamamos Lilith precisamente nos podría hablar de la negación de la parte telúrica de la Diosa y de su poder en nosotros, de valores “femeninos” rechazados que son fuente de una obstrucción. Una obstrucción de nuestra legítima y natural energía creativa que se manifestaría (y de manera abrupta) bien por defecto, o bien por exceso, en el área de la vida (casa) o funciones arquetípicas implicadas (signo y aspectos).


Esta obstrucción tendría que ver con todo lo que el patriarcado y sus doctrinas instauraron en el inconsciente colectivo de la humanidad: la programación mental de dualidad, el miedo a la muerte, la degradación de la materia y de la naturaleza como algo profano, o la consideración de lo femenino (mujer, intuición, compasión, emoción..) como inferior a lo masculino (hombre, razón, fuerza, competición..).





Para desarrollar esto un poco más, podríamos decir que Lilith nos habla de una rabia inconsciente y una visceralidad no elaborada en nosotros que nos es perentorio reconocer y expresar creativamente. Nos insta a escuchar a nuestro cuerpo, a reintegrarlo en la ecuación, dando expresiones físicas a todo ese caudal energético obstruido.


Nos lleva de la mano hacia la muerte de lo que en nosotros es falso y egóico en nuestra relación con lo femenino en todas sus dimensiones. Es una iniciación a la muerte como continuación de la vida, ahora una vida más auténtica con un hacer más impecable, menos basado en la mente y más en el amor y la intuición. Con Lilith, hay una dificultad, pero hay también un talento para canalizar esa dificultad mediante el arte, el arte de la vida en toda sus dimensiones. Lilith nos llama a reintegrar energía sexual con espiritualidad, a dar salida a esta energía en nuestra expresión cotidiana de una manera armónica, a buscar cauces corporales, visionarios y creativos para dar salida a todo el poder de la serpiente. Como la Diosa, es sublime y es terrible.


Por signo y casa nos hablaría también de las cualidades energéticas o áreas de la vida en las que hay un enfado dirigido a las figuras paternas; dónde había quizás un precioso potencial que hemos sentido cercenado y rechazado; dónde podemos haber sentido desde nuestros progenitores una "ablación emocional" (Jesus Gabriel), y también dónde, si superamos una sensibilidad extrema a la imposición, podemos ser transgresores e ir más allá, logrando lucidez, afirmación personal, y capacidad de disfrute.


Si Lilith no estuviese integrada, respecto a esas cualidades(signos) ​en esos ámbitos de la vida(casas) podríamos caer en extremos, por exceso o defecto: ser sumisos, temerosos, reprimidos... también encontrarnos con figuras represoras resultado de nuestra proyección. Podría hablarnos también de donde tenemos una actitud abortiva subconsciente con nuestros proyectos, y de donde "parimos multitud de demonios" cometiendo excesos. Podemos exacerbar esa cualidad o sobrenfatizar ese área de la vida o irnos y atrincherarnos en la polaridad contraria.


Su posición en la carta, sobre todo si es fuerte, nos insta a clarificar ese área de nuestras vidas, siendo su abordaje intuitivo más que mental: una meditación sobre ese signo y casa, observando autosabotajes y comportamientos anómalos es muy recomendable, como también lo es clarificar las raíces de esa posición en nuestra cartas con terapia.


Sería lógica también la asociación tradicional de Lilith al tipo de mujer que más puede atraer ¿de manera inconfesable? a un hombre, o que puede ser para él más temida, si es de mentalidad patriarcal. Según Rubén Jungblut, allí donde se encuentra podría estar la responsabilidad de trabajar por la “redencion” del hombre y la elevacion del nivel de vida de la mujer.


Como indica Jesus Gabriel en su excelente libro sobre Lilith, la Luna negra podría funcionar, a semejanza de los nodos de la Luna, en un eje, siendo Lilith equivalente al Nodo Sur, cuyo extremo opuesto seria Priapo (es el nombre de un dios menor rústico de la fertilidad). Como el Nodo Norte, Priapo expresaría un potencial virtuoso (cuya consecución nos haría más felices) resultado de la integración de nuestra Lilith.



Algunos ejemplos



Con Lilith en Leo, en casa I, en cuadratura con Marte una mujer manifestaba ambigüedad a la hora buscar reconocimiento, bien tendiendo a ocultarse o bien a sobreexponerse; tenía una actitud transgresora muy visible, pero no declarada, con comportamientos pasivo-agresivos, y con una dificultad en reconocer y asumir y expresar su ira, que se manifestaba entonces proyectada en la interacción con otras personas. Esta posición añadía más información complementaria a otras posiciones de la carta (Venus cuadratura Saturno y al eje nodal). Había mucha represión en su infancia, y al ir a vidas pasadas en varias sesiones encontramos mucho abuso sufrido en personajes femeninos, también mucha culpa en un personaje masculino (por haber asesionado al amante de su mujer) que al parecer era el origen de toda una constelación de vidas donde se ponía de manifiesto su baja autoestima. Esta persona está ahora haciendo cada vez más exposiciones de su arte, cuya temática toca mucho la conexión con la naturaleza.


Un hombre, con Lilith en Piscis en casa 3, revivió en regresión una vida en su misma rama genealógica, como una niña hija de sus abuelos actuales, que murió muy pequeña al ingerir lejía de una botella confundiéndola con agua. La muerte se guardó en secreto, quedando como un no-dicho en la familia. De niño, este hombre sufrió una hospitalización en coma a causa de intoxicarse con el gas de la cocina.


Con Lilith en 8 en Escorpio, una joven recordó situaciones de abuso con su abuelo de niña, algo que permaneció tabú en su familia.


Con Lilith en Leo en casa 7 en cuadratura a Urano, una mujer no se ha sentido reconocida por sus parejas, ha tenido siempre una gran necesidad de libertad, y se ha percibido a sí misma como una oveja negra en su familia.

Con Lilith en Capricornio en casa 3 conjunción Nodo Norte opuesta a su Luna-Saturno-NS, una mujer muy independiente pero sustentada durante mucho tiempo por sus parejas ha tenido tantos abortos espontáneos como hijos tuvo su abuela (de la cual es doble) en su sufrida vida. Darse cuenta de este patrón fue una gran caída de ficha para ella. Poco después "parió" un proyecto en el área de la comunicación que le llegó de forma inesperada y que a día de hoy sustenta de forma desahogada su economía.



Despierta, Oh, tú a quien mi alma ama, y ven Ven a mi jardín, donde las especias se esparcen. Ven dentro de tu jardín y come de los frutos placenteros.

Ven al templo para los sagrados ritos del amor. ¡Ponme como un sello sobre tu corazón, Libera tu alma.

Su plegaria (KH)




BIBLIOGRAFÍA


BARING, ANNE & CASHFORD, JULES. El mito de la diosa. Siruela, 2005. *

BORNAY, ERICKA. Las hijas de Lilith. Cátedra. 2004.

GABRIEL, JESUS. Lilith, el enfado interior. Sincronía, 2016.

GIMBUTAS, MARÍA. Dioses y diosas de la vieja Europa. Siruela. 2013.

GRAVES, ROBERT. La diosa blanca. Alianza. 1983


(*No me cansaré nunca de recomendar este libro)


ARTÍCULOS (Recopilación de R. Jungblut)



LILITH EN EL SIGLO XXI: La liberación total de la mujer y la expansión del lado visionario de la humanidad. Ruben Jungblut. (2000)

LILITH HABLA: UN MONOLOGO DRAMATICO M. Kelly Hunter Traducido por Regina Lidid (The Mountain Astrologer N°84)

LILITH, LA DIOSA DE LA OSCURIDAD M. Kelley Hunter. Traducido por Regina Lidid (The Mountain Astrologer N° 84)

LILITH, LA REINA DE LA NOCHE Tito Maciá. Exposición electrónica presentada a nivel mundial los días 20 y 21 de Enero del 2000. LILITH LUNA NEGRA A TRAVES DE LAS CASAS ASTROLOGICAS. Claude Weiss. Traducido al Inglés por Helene Schnitzler Traducido al Castellano por Regina Lidid (The Mountain Astrologer N° 86)



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